Los años no pasan en vano y nuestro cuerpo se resiente, tanto en el interior como en el exterior. Es natural sufrir los distintos cambios que se presentan diariamente, uno de los principales y que más nos afecta, es el desgaste de nuestra piel. Con los años la piel comienza a hacerse más fina, tiende a resecarse y a perder la firmeza y elasticidad que tenía. El colágeno de nuestro cuerpo comienza a reducirse, en especial después de la menopausia, afectando a nuestra piel y provocando el envejecimiento cutáneo. Entonces es cuando empezamos a buscar alternativas que nos ayuden a mantenernos jóvenes y a frenar los signos del envejecimiento.