Durante las vacaciones, todos nos relajamos en todos los sentidos. Uno de los inconvenientes de esto es que terminamos comiendo de más, fuera de horas y sin control alguno. Además, a esto hay que sumar los cambios en las rutinas y en las horas de sueño. Las consecuencias las pagamos ahora. Tras el verano, es inevitablemente el aumento del peso corporal.
